Buscando la
Cara del Señor
Cuando la tecnología interfiere con la “comunicación humana”
La otra noche, mientras caminaba por el vecindario, pasaron dos hombre en coche. Ambos estaban usando sus teléfonos celulares, supongo que no hablaban uno con el otro. Me pregunté si los dos compañeros llegarían a hablarse en algún momento.
La otra semana estaba comprando unas cosas en Target y me topé con dos mujeres conversando entre sí en sus teléfonos celulares ¡a dos pasillos de distancia! Aun hablaban por teléfono cuando llegaron a la caja registradora. Me preguntaba si, al menos en el estacionamiento habrían llegado a hablarse frente a frente.
Y todavía más impersonal: entiendo que mucha gente pasa horas comunicándose anónimamente en la Internet. ¿Estamos acaso utilizando estas tecnologías sofisticadas para volvernos mejores comunicadores?
Las nuevas tecnologías facilitan muchísimo la comunicación. Durante la guerra en Irak, Independientemente de si nos gustaba o no, recibíamos reportes virtualmente instantáneos en televisión. De hecho, en una misma pantalla podían estarse transmitiendo hasta tres o cuatro comunicados simultáneamente. Con seguridad no soy el único que no puede decidir si desea escuchar al reportero que habla o seguir el hilo de noticias en la parte inferior de la pantalla. El resultado es que sé muy poco sobre lo que está pasando en el mundo.
Recuerdo cuando el periódico USA Today se publicó por primera vezPeriodistas y otros grupos expresaron su preocupación debido a que los reportajes a detalle estaban en peligro y que nos dirigíamos hacia un estilo de comunicación “fácil y rápido”, sacrificando el conocimiento a profundidad.
Así estamos. Obviamente las “noticias fáciles y rápidas” y los “abreboca” de los medios de comunicación, así como la “comida rápida” encuentran un mercado lucrativo en nuestra sociedad. Tenemos la oportunidad de compartir más información y más rápidamente que en cualquier otra época de la historia humana. Pero ¿de verdad estamos mejor informados? ¿Ha habido un trueque por lo “fácil y rápido”? En todo momento tenemos mucha información disponible, pero ¿significa esto que estamos mejor informados o que somos mejores personas?
El precio que pagamos por la conveniencia en la comunicación, como cualquier otra cosa positiva, tiene también sus peligros. Uno de ellos es el hecho de que muchas personas ya no leen, al menos no a detalle. Y tal vez ya ni siquiera escuchemos. La mayor dificultad es que los temas complejos y los problemas que preocupan a los hombres se encuentran simplificados a niveles asombrosos y por consiguiente, engañan a buena parte del público.
Existen estudios que indican que un asombroso alto porcentaje del público vive de los encabezados de los periódicos o de las porciones de información que obtiene a través del radio o la televisión. Si esos estudios están en lo cierto, entonces no somos gente bien informada.
De mayor importancia aún es lo que ocurre en la comunicación interpersonal. La tendencia parece conducir más hacia la comunicación impersonal. Por ejemplo, dos personas que hablan por sus respectivos teléfonos celulares, sentados uno al lado del otro en un coche. Debo admitir que aún no he logrado entender como la gente se visita por teléfono celular a dos pasillos de distancia en una misma tienda cuando podrían hacerlo en el pasillo intermedio.
Los encuentros anónimos en la Internet como método habitual de comunicación tampoco auguran buenos presagios. Si la soledad es el motivo para la comunicación anónima, la tecnología impersonal no es la mejor solución.
Seguramente la mejor opción es disponer de mayores oportunidades de comunicación. Sin embargo, si permitimos que los medios sean cada vez más y más impersonales, estamos contribuyendo con la tendencia de tratar a los seres humanos como objetos. Si el único objetivo de la conveniente tecnología de comunicación es la ganancia económica sin respeto por las necesidades de las complejas relaciones humanas de nuestra sociedad, entonces nuestra cultura se verá perjudicada.
Tanto si examinamos los retos que ha enfrentado la comunicación globalmente en la sociedad humana como si reflexionamos sobre los retos de la comunicación dentro de nuestras propios hogares, nada puede tomar el lugar del respeto por el ser humano—todos los seres humanos.
Los católicos estamos profundamente entregados a fomentar una cultura de vida, una cultura que promueva el respeto por la dignidad del ser humano desde el nacimiento hasta su muerte natural. La comunicación humana es ciertamente nuestra preocupación fundamental.
Nosotros somos una parte importante del mercado hacia quienes está orientado el negocio de la comunicación. No ayudamos a construir una cultura de respecto por la vida si, a sabiendas o no, apoyamos el mercado de las formas de comunicación que colocan como objetivo a nuestros vecinos.
Necesitamos y valoramos la conveniencia de nuevas tecnologías tanto como cualquier otro persona. ¿Qué podemos hacer? Está dentro del ámbito de nuestro control personal el discernir como utilizar estas buenas herramientas. También tenemos la capacidad de buscar información más profunda y de mejor calidad sobre tópicos de interés para la familia, en nuestros hogares y en nuestro mundo.
No tenemos que dejar que otros piensen por nosotros. †