Alégrense en el Señor
¿Cómo puede el Espíritu Santo ayudarnos a fortalecer el matrimonio y la vida familiar?
He estado planteando la siguiente interrogante: ¿Qué oportunidades nos brinda el Espíritu Santo aquí, en la Arquidiócesis de Indianápolis?
Al formular esta pregunta no insinúo que los problemas que nos aquejan son exclusivos de esta parte del mundo, ni que las soluciones a los problemas que enfrentamos serían cualitativamente distintas aquí, en comparación con otros lugares.
Especialmente cuando el objeto de nuestra preocupación es el matrimonio y la vida en familia, estamos hablando de la institución más fundamental de la sociedad humana cuya importancia inherente trasciende todas las barreras raciales, étnicas, políticas, culturales, geográficas y económicas.
En una carta con fecha 2 de febrero de 2014, El papa Francisco pidió a todas las familias del mundo que rezaran por el próximo Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en Roma del 5 al 19 de octubre de 2014. El tema de este Sínodo Extraordinario es “Los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización.” Después de este Sínodo Extraordinario seguirá la Asamblea Ordinaria, cuyo tema también será la familia. Además, en septiembre de 2015 está programado el Encuentro Mundial de la Familia, en Filadelfia.
En su carta, el papa Francisco expresó: “Pues la Iglesia hoy está llamada a anunciar el Evangelio afrontando también las nuevas emergencias pastorales relacionadas con la familia.”
Escribió que este “encuentro importante” involucrará no solamente a obispos y sacerdotes, sino también a hombres y mujeres consagrados, “y fieles laicos de las Iglesias particulares del mundo entero.” Dado que el sínodo está dedicado al tema del matrimonio y la familia, el Santo Padre se dirige a las familias de esta forma: “les pido que invoquen con insistencia al Espíritu Santo, para que ilumine a los Padres sinodales y los guíe en su grave responsabilidad.”
Observen que el Santo Padre nos pide que recemos al Espíritu Santo. Creemos que el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, es la fuente de la vida y del amor, del valor y la esperanza, de la sabiduría y la fidelidad al plan amoroso que Dios nos ha preparado. Es el Espíritu Santo el que une a los hombres y las mujeres en matrimonio; es el que guía a las familias y las ayuda a mantenerse unidas durante los tiempos difíciles.
En su carta a las familias, el papa Francisco dice que por el poder del Espíritu Santo “¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados. … Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que nos sostiene en las fatigas de cada día.”
Es la gracia del Espíritu Santo lo que hace que Jesús esté presente entre nosotros en los sacramentos—inclusive en el sacramento del matrimonio—y el que llena nuestros corazones con el profundo amor y la alegría que bastan para sostenernos como familias que transitan juntas por los escarpados caminos que a menudo debemos recorrer durante nuestras vidas cotidianas. El Papa nos invita a que acudamos al Espíritu Santo para que nos oriente, nos fortalezca y nos dé esperanza.
¿Qué oportunidad nos está presentando el Espíritu Santo aquí en nuestra Arquidiócesis? Hoy en día se presta mucha atención al rostro cambiante de las familias, que a menudo tienen una apariencia distinta y se comportan de forma diferente a lo que hacían las generaciones anteriores.
A todos se nos presenta el desafío de dar la bienvenida y aceptar a las “familias mixtas” y a las “familias reconstituidas” producto del divorcio y las segundas nupcias o de otras formas de unión civil. No debemos permitir que esta dinámica cultural muy real nos haga olvidar el verdadero epicentro de la crisis de hoy en día.
El matrimonio tradicional y el “núcleo” familiar resultante se ven enormemente amenazados hoy en día como nunca antes. Ciertamente el Espíritu Santo nos está llamando a prestar mucha atención a este aspecto en nuestra planificación pastoral. Ciertamente esta es una oportunidad que debemos abordar con valor, compasión y profunda confianza en el poder del amor de Dios.
Junto con el papa Francisco, exhorto a todas las familias del centro y del sur de Indiana para pedirle al Espíritu Santo que nos guíe en la planificación pastoral y a acercarnos a las familias de toda esta región.
Me hago eco de las palabras del Santo Padre para las familias: “Que la protección de la Bienaventurada Virgen María y de San José les acompañe siempre y les ayude a caminar unidos en el amor y en el servicio mutuo.” †
Traducido por: Daniela Guanipa