Cristo, la piedra angular
El respeto a la dignidad humana exige la protección legal de los bebés en gestación
La fecha de publicación de esta columna es el viernes 22 de enero de 2021. En nuestro país, la Iglesia observa este día como un momento en el que ofrecemos oraciones especiales para el pleno restablecimiento de la garantía legal del derecho a la vida y de la penitencia por la violencia cometida contra los bebés en gestación a través del aborto. Además de la oración y la penitencia, este día es un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de abogar por el fin de la legislación permisiva aquí en Indiana y en todo el país.
La protección jurídica de toda la vida humana es esencial para la existencia de una sociedad justa y libre, ya que sin ella, reinaría el caos y todos estaríamos expuestos a la impunidad y la violencia. Este principio incluye la abolición de la pena de muerte, la protección de los migrantes y las personas desplazadas (o sin hogar), el respeto de los derechos de las minorías y la salvaguardia de los derechos humanos de todas las personas, incluidas aquellas con las que no estamos de acuerdo.
Los católicos se unen a otras tradiciones de fe y a otros que comparten nuestro compromiso con el valor fundamental de la dignidad humana, para hacer un énfasis especial a la protección legal de los bebés en gestación.
Cada niño está hecho a imagen y semejanza de Dios y es objeto del amor de todos los que entienden y respetan la dignidad de la vida humana. Un niño en el vientre de su madre está completamente indefenso y requiere la máxima protección y cuidado.
La sociedad tiene la obligación de salvaguardar a los seres humanos en gestación y de ofrecer a las mujeres embarazadas que enfrenten situaciones difíciles alternativas que respeten sus derechos y su dignidad sin violar el derecho a la vida de cada niño.
En los últimos años hemos sido testigos de un inquietante aumento de los incidentes de odio y violencia contra miembros de nuestras propias comunidades. El malestar social y la incertidumbre económica causados por la pandemia de la COVID-19 han agravado esta tendencia, pero como ha observado el papa Francisco, estas tendencias pecaminosas no nos resultan nuevas. La pandemia ha acelerado el crecimiento y la intensidad de muchos pecados sociales (incluidos el racismo y otras formas de intolerancia y fanatismo), pero estos males están siempre presentes en la sociedad humana.
Por eso es tan importante mantenernos atentos en la oración y en la conversión personal, y por lo que debemos abogar y trabajar para lograr la protección legal de todas las personas, especialmente las más vulnerables.
En “Somos uno con Jesucristo: Carta pastoral sobre los fundamentos de la antropología cristiana,” publicada el 14 de febrero de 2018, escribí: “Ninguna legislación podría por sí misma hacer desaparecer los temores, los prejuicios, las actitudes de soberbia y de egoísmo que obstaculizan el establecimiento de sociedades verdaderamente fraternas.” Tal comportamiento cesará únicamente a través de las virtudes de la justicia y la caridad que se encuentran en cada ser humano—sin distinción de raza, credo, etnia, estatus social o económico, u orientación sexual—ya sea el prójimo, una hermana o un hermano en Cristo.
En este día especial de oración por la protección legal de los bebés en gestación, aplicamos los principios más fundamentales de justicia y caridad a los miembros más vulnerables de nuestra Iglesia y nuestra sociedad. Extendemos el tierno amor y la compasión de Dios a todas las mujeres que han abortado en el pasado, y prometemos solemnemente hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a aquellas que puedan estar considerando abortar en el futuro.
El papa Francisco ha proclamado el 2021 como el Año de San José. Este gran santo, el guardián de nuestro Redentor, debería inspirarnos a todos a trabajar por la protección y el cuidado de todos los niños, nacidos y no nacidos.
Tal como el papa Francisco escribe en su carta apostólica, “Patris Corde” (“Con corazón de padre”), “José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia” (#4).
Trabajar por el restablecimiento pleno de la garantía legal del derecho a la vida para todos los bebés en gestación requiere el valor de nuestras convicciones. También exige que busquemos y aceptemos la gracia del Espíritu Santo, que es indispensable si esperamos resistir las poderosas influencias culturales que apoyan y defienden el status quo.
Recurramos a san José para que nos guíe en la protección y el cuidado de todos nuestros hijos. Pidámosle que nos ayude a abrir nuestras mentes y corazones a la sabiduría y la fuerza del Espíritu Santo, y que de esta forma nos convierta en valientes y francos defensores de la protección legal de nuestros hermanos y hermanas más vulnerables. Y recemos, en las palabras del papa Francisco:
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía,y defiéndenos de todo mal. Amén. †