January 13, 2017

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

Nueva serie de reflexión sobre las enseñanzas del papa Francisco

(Nota del editor: esta semana comenzamos una nueva serie a cargo del miembro del comité editorial del The Criterion, Daniel Conway, acerca de las enseñanzas del papa Francisco.)
 

Como integrante del comité editorial del The Criterion se me ha encomendado escribir una serie de reflexiones sobre las enseñanzas del papa Francisco.

Para cumplir con su cometido, el papa se vale de diversos instrumentos, tanto formales como informales. Encíclicas como “Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común,” exhortaciones apostólicas tales como “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”) y bulas papales como “Misericordiae Vultus” (“El rostro de la misericordia”) reciben gran atención en los medios de comunicación. Todas ellas constituyen declaraciones importantes sobre la doctrina de la Iglesia y reflejan la pasión y la sabiduría de nuestro actual pontífice, Jorge Mario Bergoglio, de formas muy manifiestas e impactantes.

Pero el papa Francisco nunca deja de impartir sus enseñanzas. En las homilías de las misas diarias, en las reflexiones durante el Angelus dominical, en la catequesis durante las audiencias generales de los miércoles y en muchas otras formas de comunicación se revela el pensamiento y el sentir del primer papa argentino, un jesuita famoso por su estricta adherencia al voto de pobreza y su compromiso de vivir sencillamente como un hombre del pueblo, con especial devoción hacia los pobres.

El papa Francisco, al igual que su tocayo “il Poverello,” el Pobre de Asís, procura llevar una vida sencilla, pero también apela a gestos simbólicos como vivir en la casa de huéspedes en vez de en el palacio apostólico o desplazarse en un automóvil ordinario en vez de en una limosina, para ilustrar sus enseñanzas.

Se dice que san Francisco de Asís enseñaba “vivan el evangelio siempre.” “Cuando sea necesario, usen palabras.” En las demás situaciones, el gran santo aconsejaba vivir como testigos fieles de Jesucristo y de su forma de vida. El papa Francisco se toma a pecho estas palabras y procura vivirlas de una forma visible y a veces drástica en su ministerio como obispo de Roma.

En esta columna semanal ofreceré reflexiones sobre las enseñanzas del papa Francisco, sus palabras y su ejemplo. También señalaré de qué forma su estilo pastoral—el modo en que vive y su ministerio—refuerza sus enseñanzas formales.

El nombre de esta columna, “El rostro de la misericordia,” proviene de la proclamación del Santo Padre del Jubileo de la Misericordia, titulada “Misericordiae Vultus” (“El rostro de la misericordia”):

“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, ‘rico en misericordia’ (Ef 2:4), después de haber revelado su nombre a Moisés como ‘Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad’ (Ex 34:6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la ‘plenitud del tiempo’ (Gal 4:4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14:9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios.” †

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