El rostro de la misericordia / Daniel Conway
El cristal de la fe nos muestra que Jesús es la Buena Nueva
El papa Francisco está convencido de que “es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las ‘malas noticias’ [guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano].”
El papa reconoce el valor de las comunicaciones modernas, gracias a las cuales muchísimas personas pueden compartir instantáneamente noticias y difundirlas ampliamente. Pero también advierte que los miembros de la “industria de la comunicación” tienden a realzar la maldad y a concentrarse casi exclusivamente en el aspecto sórdido de la experiencia humana.
“Quisiera, por el contrario, que todos tratemos de superar ese sentimiento de disgusto y de resignación que con frecuencia se apodera de nosotros, arrojándonos en la apatía, generando miedos o dándonos la impresión de que no se puede frenar el mal,” acota el papa. “Además, en un sistema comunicativo donde reina la lógica según la cual para que una noticia sea buena ha de causar un impacto, y donde fácilmente se hace espectáculo del drama del dolor y del misterio del mal, se puede caer en la tentación de adormecer la propia conciencia o de caer en la desesperación.”
La preocupación constante de las malas noticias socava gravemente nuestra perspectiva sobre nosotros como pueblo. En respuesta a ello, el papa Francisco exhorta a los profesionales de la comunicación a practicar formas constructivas de comunicación que rechacen el prejuicio hacia los demás y promuevan la cultura del encuentro para ayudarnos a ver el mundo que nos rodea con realismo y confianza.
Esto no tiene nada que ver con la difusión de información engañosa, ignorar la tragedia del sufrimiento humano ni con “un optimismo ingenuo que no se deja afectar por el escándalo del mal.” En vez de ello, el papa Francisco pide “que todos tratemos de superar ese sentimiento de disgusto y de resignación que con frecuencia se apodera de nosotros, arrojándonos en la apatía, generando miedos o dándonos la impresión de que no se puede frenar el mal.”
En definitiva, necesitamos más buenas noticias para equilibrar y dar contexto a las malas noticias que parecen abundar por doquier. “Por lo tanto, quisiera contribuir a la búsqueda de un estilo comunicativo abierto y creativo, que no dé todo el protagonismo al mal, sino que trate de mostrar las posibles soluciones, favoreciendo una actitud activa y responsable en las personas a las cuales va dirigida la noticia.” En este sentido, el papa Francisco pide a los profesionales de la comunicación “ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo narraciones marcadas por la lógica de la ‘buena noticia.’
“La vida del hombre no es sólo una crónica aséptica de acontecimientos, sino que es historia, una historia que espera ser narrada mediante la elección de una clave interpretativa que sepa seleccionar y recoger los datos más importantes,” señala el Santo Padre. “La realidad, en sí misma, no tiene un significado unívoco. Todo depende de la mirada con la cual es percibida, del ‘cristal’ con el que decidimos mirarla: cambiando las lentes, también la realidad se nos presenta distinta.”
Para los cristianos, este cristal solo puede ser el Evangelio. Según el papa Francisco, “esta buena noticia, que es Jesús mismo, no es buena porque esté exenta de sufrimiento, sino porque contempla el sufrimiento en una perspectiva más amplia.”
De hecho, el Evangelio contiene numerosas malas noticias, pero el sufrimiento humano y la maldad que vemos aquí reflejados se presentan en el contexto del amor de Jesús por el Padre y por toda la humanidad.
“En Él también las tinieblas y la muerte se hacen lugar de comunión con la Luz y la Vida,” nos recuerda el Sumo Pontífice. En la Buena Nueva de Jesús “nace una esperanza al alcance de todos precisamente aquí, en el lugar donde la vida experimenta la amargura del fracaso. Se trata de una esperanza que no defrauda—porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones—y que hace que la vida nueva brote como la planta que crece de la semilla enterrada.
“Bajo esta luz—nos dice el papa—cada nuevo drama que sucede en la historia del mundo se convierte también en el escenario para una posible buena noticia, desde el momento en que el amor logra encontrar siempre el camino de la proximidad y suscita corazones capaces de conmoverse, rostros capaces de no desmoronarse, manos listas para construir.”
De modo que, una mala noticia jamás debe ser el final de una historia. El núcleo de la fe cristiana se fundamenta en el triunfo de la fe, la esperanza y el amor sobre el poder del mal y las tinieblas del pecado y la muerte.
La insistencia de los medios noticiosos con respecto a la malas noticias percibe al mundo a través de un cristal fatalista de negatividad. Para romper este círculo vicioso, el Santo Padre nos dice que debemos buscar titulares que, en esencia, sean buenas noticias.
Exhortamos a los profesionales de la comunicación a que empleen el cristal del optimismo cristiano y no el del pesimismo y el temor. Valoremos las buenas noticias y no demos protagonismo al mal.
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †