April 28, 2017

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

La maravilla de la resurrección de Nuestro Señor es fuente de fe y de esperanza

Durante la época de la Pascua, los cristianos contemplamos el sepulcro vacío y nos maravillamos del milagro que ocurrió allí hace 2,000 años. Nos sentimos sobrecogidos ante el asombroso amor de Jesús quien se entregó completa y desinteresadamente a cambio de nuestros pecados.

“La vida ha vencido la muerte. ¡La misericordia y el amor han vencido sobre el pecado! Existe la necesidad de la fe y la esperanza de abrir este nuevo horizonte maravilloso,” nos dice el Papa Francisco. Necesitamos fe y esperanza para percibir, aunque sea escasamente, la profundidad, la magnitud y la magnificencia de lo que Dios hizo a través del hombre, Jesús de Nazaret, de cuyas palabras y obras emana vida.

“Y nosotros sabemos que la fe y la esperanza son un don Dios,” señala el papa Francisco, “y debemos decirle: “Señor, dame fe y dame esperanza. ¡Tenemos tanta necesidad!”

Necesitamos fe hoy en día porque vivimos en una época plagada de escepticismo, en la que se duda incluso de las verdades más elementales, a saber, la dignidad de todas las personas, el significado del matrimonio y la familia, el derecho fundamental de todos los seres humanos de tener acceso a alimento, vivienda, atención médica, empleo, libertad de culto y política. Necesitamos algo (alguien) en qué creer.

Necesitamos ver integridad, justicia, compasión y humildad en nuestros líderes e instituciones. Necesitamos saber con la plena seguridad de la fe que el mundo y nosotros somos creación de un Dios bueno que nos ama y nos sustenta, nos quiere y nos llama a ser felices y a estar en paz, tanto ahora como en la vida futura.

También necesitamos la fe para contrarrestar la oscuridad y la desesperación que nos rodean. Al igual que los discípulos de Jesús antes de Pentecostés, somos un pueblo temeroso, lleno de ansiedad. Nos maravillamos ante el sepulcro vacío, pero ciertamente no entendemos qué sucedió allí. Nos sentimos tentados a escondernos a puertas cerradas en la comodidad y la seguridad de nuestros hogares, nuestras parroquias y la propia Iglesia. Cristo, nuestra esperanza, ha resucitado de entre los muertos pero todavía no podemos ver cómo ese hecho nos infunde esperanza y nos libera de las tinieblas y el fatalismo de nuestro entorno.

El papa Francisco nos exhorta a que soltemos los salvavidas y abandonemos nuestra comodidad. “Dejémonos impregnar por las emociones que resuenan en la secuencia de Pascua,” nos anima el Santo Padre. “Sabemos por tu gracia que estás resucitado, ¡El Señor está resucitado en medio de nosotros! Esta verdad marcó de modo indeleble la vida de los Apóstoles, que después de la resurrección, sintieron una vez más la necesidad de seguir a su Maestro y, recibido el Espíritu Santo, fueron sin miedo a anunciar a cada uno lo que habían visto con sus propios ojos y los que habían experimentado personalmente.” Cristo resucitado nos da la fuerza para librarnos de las cadenas del temor, la apatía y la indiferencia.

El papa Francisco exclama: “Resucitó de veras mi amor y mi esperanza” y añade: “Si Cristo ha resucitado, podemos mirar con ojos y con corazón nuevos todo acontecimiento de nuestra vida, también los más negativos.” Si estamos abiertos a la gracia del Espíritu Santo y renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, seremos libres. Superaremos nuestros peores temores y las dudas más oscuras a través del poder de Dios manifestado en la resurrección de Cristo de entre los muertos.

“Los momentos de oscuridad, de fracaso y de pecado pueden transformase y anunciar un camino nuevo. Cuando hemos tocado el fondo de nuestra miseria y de nuestra debilidad, Cristo resucitado nos da la fuerza para volvernos a levantar. ¡Si tenemos fe en Él, Su gracia nos salvará!” El papa Francisco prosigue: “El Señor crucificado y resucitado es la revelación plena de la misericordia, presente y activa en la historia. He aquí el mensaje pascual que resuena aún hoy y que resonará durante todo el tiempo de Pascua hasta Pentecostés.”

Si todavía tenemos dudas en cuanto al significado que tiene en la vida cotidiana el sepulcro vacío, como símbolo de la resurrección de Jesús, el papa Francisco nos exhorta a mirar a María, el “testimonio silencioso de los acontecimientos de la pasión y de la resurrección de Jesús.”

“En su corazón roto de madre siempre ha estado la llama de la esperanza. Le pedimos que nos ayude también a nosotros a acoger en plenitud el anuncio pascual de la resurrección, para encarnarlo en lo concreto de nuestra vida cotidiana.

“Que la Virgen María nos otorgue la certeza de fe, para que cada paso sufrido de nuestro camino, iluminado por la luz de la Pascua, sea bendición y alegría para nosotros y para los demás, en especial para los que sufren a causa del egoísmo y de la indiferencia.”
 

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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